El Mausoleo se encuentra ubicado dentro de un panteón ejidal a las afueras de Tuxtla Gutiérrez, las características climatológicas de la ciudad determinan la necesidad de resguardarse del sol y buscar el viento como un aliado para el confort térmico. Al estar en un sitio tan cálido y soleado, podría resultar ilógico prescindir de una cubierta, por lo que la mayoría de los recintos cuentan con ella y buscan evitar los muros laterales para que corra el viento, sin embargo, estos ambientes carecen de privacidad y se diluyen con el exterior.
Invirtiendo dicha lógica y en contraste con la mayoría de los recintos funerarios del sitio, se propone un esquema sin cubierta y con muros discontinuos de gran altura, contribuyendo a una mayor sensación espacial al tiempo que se propicia la privacidad en su interior.
El cuidadoso estudio de asoleamiento permite contar en cualquier momento con sombras al interior para sentarse, la banca en escuadra y flotada sobre el muro norte favorece la entrada de los vientos dominantes, la circulación de viento frío por la parte inferior del recinto produce un efecto de termosifón, expulsando el aire caliente por la parte superior.
El Mausoleo propuesto tiene la función de albergar un programa habitable reducido, simple en su estructura y en el uso de los materiales, deja el protagonismo a la memoria. Los altos muros y la apertura en la parte superior dirigen la mirada al cielo, en busca de una espacialidad que permita sentirse contenido, pero simultáneamente despejado y libre.